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martes, junio 30, 2009

Iqbal Un Niño Pakistaní con una Misión


Iqbal: Un Niño Pakistaní con Una Misión
“Los méritos de una vida se deben medir como los de una canción. Lo que la hace memorable es su belleza, su pasión y su verdad, no cuan larga sea.”
Roberto Guzmán

Los padres del niño de cuatro años lo llevaron frente al dueño de una fábrica de alfombras y se lo vendieron al hombre. Sencillamente no tenían dinero para cuidar de él. La desesperante pobreza los obligó a ellos y a cientos de miles de otras familias a vender sus niños a poderosos dueños de fábricas en un arreglo conocido en inglés como “bonded labor’” o (labor con fianza). Esta es una práctica en la que una persona contrata los servicios de otra a cambio de un préstamo. Las condiciones y la tasa de intereses del préstamo son tan extremas que en realidad la persona jamás puede saldar la deuda y se convierte, para todos los efectos prácticos, en esclavo del que da el préstamo.

El préstamo con fianza está diseñado para que parezca una transacción de negocios legítima. A fin de cuentas, la persona será libre en cuanto pague la deuda contraída. El problema es que eso jamás ocurre.

Por cerca de seis años, el pequeño Iqbal Masih fue obligado a trabajar más de catorce horas diarias frente a una maquina de tejer alfombras. Muchas de estas finas alfombras eran luego exportadas a países desarrollados en los que eran vendidas por cientos y hasta miles de dólares. Estas alfombras tejidas a mano acababan llegando a exclusivas tiendas en ciudades como Roma, Paris o Nueva York.

Nutrición deficiente, falta de ejercicios y un lugar de trabajo altamente contaminado inhibieron el crecimiento de Iqbal. Era mucho más pequeño y débil que un niño promedio de su misma edad. Sus pequeñas manos estaban cubiertas de callos y cicatrices. Iqbal, sin embargo, no estaba solo. El era solo uno de cerca de 12 millones de niños esclavos en Pakistán.

En esa nación niños de entre 4 y 14 años de edad son tratados como propiedad y son explotados de diversas maneras. Son utilizados como sirvientes domésticos, esclavos sexuales o trabajadores forzosos en la gigantesca industria de alfombras. Esta industria prefiere a los niños porque sus manos, al ser más chicas, pueden atar nudos más apretados e irregulares, que le dan a una alfombra hecha mano un encanto y una singularidad que una alfombra hecha con máquinas no tiene. Como las alfombras hechas por máquinas son todas idénticas, éstas tienen mucho menos valor en el mercado mundial.

A los niños afectados se les priva de su libertad y su salud pero también le quitan otra cosa. Le quitan la oportunidad de obtener una educación y por ende, un futuro mejor. Por un tiempo, Iqbal fue uno de los pocos afortunados. Luego de seis años de cautiverio, fue liberado por Ehsan Ulla Khan, el líder de una organización dedicada a la liberación de niños esclavos en Pakistán. Esta organización es conocida como la “BLLF” (“Bonded Labor Liberation Front”). Esta organización se dedica a combatir la esclavitud infantil en Pakistán. Para mediados de la década de los 90 ya habían conseguido la liberación de cerca de 30 mil niños de la esclavitud virtual.

Iqbal Masih fue una parte muy importante de esa lucha emancipadora. El joven viajó a los Estados Unidos y a Europa hablando ante distintos grupos, creando conciencia de los problemas de los niños de Pakistán. Habló al mundo desarrollado acerca de la falta de educación pública, la rampante pobreza y las terribles condiciones de trabajo a los que millones de niños eran sometidos diariamente. Habló acerca del dolor y la desesperanza de las familias que se sentían obligadas por la pobreza extrema a cambiar sus hijos e hijas por dinero.

Iqbal le pidió a la comunidad internacional que boicoteara la industria de las alfombras de su país y el llamado funcionó. Muy pronto, los que durante siglos habían hecho sus fortunas sobre las espaldas de niños esclavos, comenzaron a sentir sus efectos.

Iqbal recibió reconocimiento internacional por su incansable labor. El fue la persona más joven en ser nominado y recibir el premio de derechos humanos “Reebok Human’s Rights Award” en 1994. Su trabajo en pro de los derechos humanos de todos los niños fue reconocido por la comunidad internacional. El llamado a boicot de Iqbal fue tan efectivo que entre 1992 y 1993 las exportaciones de alfombras de Pakistán bajaron por vez primera en la historia moderna de esa industria.

Los poderosos dueños de fábricas no estaban felices con las actividades de Iqbal. El 16 de abril de 1995 dos pistoleros tirotearon al pequeño Iqbal en las afueras de la aldea en la que residía. El gobierno de Pakistán jamás hizo un esfuerzo serio por identificar o capturar a sus asesinos. Iqbal tenía solo 13 años de edad cuando entregó su vida a su causa. Mataron al niño activista pero como dice una canción popular “No hay bala que mate la verdad cuando la defiende la razón.”

El legado de Iqbal le sobreviviría y se manifestaría de muchas maneras. Creó conciencia ante el mundo del infierno en el que millones de niños son obligados a vivir. También ayudó de manera directa, a liberar a decenas de miles de niños en Pakistán.
Además, Iqbal sirvió de inspiración a otros que continuarían con su lucha. Su ejemplo inspiró a un joven canadiense llamado Craig Kielburger. Este joven fundó una organización conocida como “Free the Children” (Liberen a los Niños). Este grupo, al igual que el de Iqbal, se ha dedicado a luchar por acabar con la esclavitud infantil y la explotación económica. Hoy Kielburger, como un joven adulto, dirige la organización más grande en la lucha por ayudar a los niños del mundo por medio de la educación. Su grupo ha sido nominado al Premio Nóbel de la Paz en tres ocasiones distintas. Kielburger recibió el “Premio a los Derechos Humanos de Nelson Mandela”. Craig también ha escrito o co-escrito varios libros sobre el tema de explotación infantil. Estos son: “Me to We: Finding Meaning in a Material World”, “Free the Children” y “A Guide to Active Citizenship”.

Así que el extraordinario legado de Iqbal, vive aun en las vidas de millones de personas que al sol de hoy luchan por mantener su sueño de traer justicia viva. Por haber tenido una vida corta pero llena de significado y logros Iqbal Masih, es sin duda alguna, un héroe.
Autor: Roberto Guzman Sosa
Héroes: El Poder de las Ideas, La Fuerza de la Convicción
Libélula Azul
2009




domingo, junio 21, 2009


Valores Por los Cuales Vivir

Algunos piensan que hoy día, mucha gente carece de valores. Confusión entre lo que es importante y lo que es trivial, lo que es correcto e incorrecto parece embargar al planeta entero. Los abusos en contra de los débiles, los pobres y los sectores marginados de la sociedad son comunes. Niños esclavos, discriminación por género y abusos en contra del medio ambiente son parte integral de la vida en muchas, muchas naciones. La esperanza aparenta ser un lujo raro para billones de personas alrededor del mundo.

Sin embargo, parece que el problema no es la falta de valores en si mismos, sino, la aceptación de los valores equivocados. Aparentemente, mucha gente siente que el tener es más importante que el ser. Piensan que si tan solo tuvieran este producto o servicio sus vidas serian completas. Para alcanzar sus objetivos materialistas muchos que están en posiciones de poder, tanto individual como grupalmente, abusan de los intereses y derechos de los que no tienen dicho poder. De ahí nacen todo tipo de explotaciones y abusos.

Después de todo, un valor es cualquier cosa que un individuo o un grupo considere de gran importancia en su vida. Un valor es una creencia acerca de lo que es deseable. Por ejemplo, en algunos contextos socio-culturales, el sexismo es un valor perfectamente aceptable. Se espera con toda sinceridad, que las mujeres se sometan a la voluntad arbitraria de lo que la cultura machista dominante dicte. Se reprime, a veces de modo violento, todo intento por combatir la discriminación por género.

En muchas culturas, los niños son tratados como propiedades que pueden ser vendidas o compradas por los adultos. No tienen derechos reales algunos y son sometidos a arreglos sociales que son en la práctica, esclavitud de facto. En muchos países se utilizan antiguas costumbres religiosas y culturales para justificar la esclavitud, el sexismo y la explotación infantil.

A pesar de todos estos retos, algunos individuos se las arreglan para no solo sobrevivir, sino, florecer. Logran vivir y promover otros valores, unos valores que son rechazados por los que ejercen el poder. Estos individuos se convierten en modelos de una nueva manera de hacer las cosas, unos valores nuevos.

Donde antes reinaba el dogmatismo, la desesperanza y la intolerancia ahora existe esperanza y comprensión. En lugares en los que el cambio solo podía promoverse por la violencia y la represión ahora se introduce la idea de que la educación puede funcionar mejor que la acción militar y que quizás, los libros y los maestros puedan traer mejores resultados que las balas y los soldados.

Los valores que estos héroes representan cruzan fronteras geográficas, religiosas y raciales. La gente que conocerás en estas páginas viene de todos los lugares de la tierra. Algunos son cristianos. Otros son musulmanes, hindúes, judíos y hasta ateos. Algunos son jovencitos, mientras que otros, son mayores. Sin embargo, todos tienen una cosa en común. Todos atesoran el respeto por el individuo y rechazan la represión en todas sus manifestaciones.

Esta gente cree en el poder de la razón, la honestidad y la integridad. Estos valores parecen ir mucho más allá de las limitaciones del fundamentalismo y la intolerancia. Ellos representan algo en que la mayoría de las personas, independientemente de su fe, están de acuerdo. Creen que la dignidad humana debe defenderse a toda costa y que dicha dignidad no es negociable.

Ellos se negaron a rendirse ante los abusos y creyeron que a pesar de toda la maldad existente, el cambio para lo mejor, si era posible. Este libro está dedicado a esos hombres, mujeres y niños que con su ejemplo marcan un camino a seguir. Son héroes que fijan unos estándares que a veces parecen imposibles de alcanzar pero que tienen que ser abrazados, porque la otra opción, la resignación y la desesperanza, solo llevan a la destrucción.

Eso es algo que nadie, ni un individuo, ni una nación, puede darse el lujo de hacer. Cuando un pueblo se rinde, su razón de ser muere y poco tiempo después, él también expira. Los héroes creen, no solo en hablar, sino, más bien, en hacer. Como uno de ellos dijera alguna vez: “Oré por veinte años pero no recibí respuesta hasta que comencé a orar con mis piernas”.

No basta con esperar o soñar con un mejor mañana. Esta gente es evidencia de que hay que ocuparse, hacer algo respecto a las cosas que nos importan. Como lo dijera un escritor, “Sino estás dispuesto a trabajar no mereces soñar”. Nos lo debemos a nosotros mismos y a los que vinieron antes que nosotros. Se lo debemos a los que vendrán después. Hay que redescubrir los valores que en verdad importan. Eso es lo que los héroes nos permiten hacer.


Tomado del libro:

Héroes: El Poder de las Ideas, La Fuerza de la Convicción
Libélula Azul
2009

Autor: Roberto Guzman Sosa

( Un gran amigo quien a traido a mi vida sabiduria y palabras llenas de energia cuando asi las he necesitado)