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martes, septiembre 30, 2008



No serán tan malas mis caídas si de ellas aprendo. Lo que realmente importa es tener la fuerza y la voluntad de levantarme cada vez que caiga impulsándome con un aprendizaje en mis manos

lunes, septiembre 29, 2008

MIS PLANTAS Y YO



“Cuesta de creer, pero cuando empezamos a abrirnos, las ramificaciones son sorprendentes. Significa que cualquier pensamiento que hayas tenido en tu vida puedes invertirlo con un cambio de conciencia”
Michael Bernard Beckwith

Hace unos meses compré unas plantas para mi hogar. Soy partidaria de las plantas dentro del hogar porque añaden vida, energía y buena estética a cualquier estancia de una casa, no importa cuan sencilla sea la decoración.
Por varios días las descuidé, y ni las miraba, como me gusta hacer para mantener ese contacto con la naturaleza, con la vida. Una planta hermosa es reflejo de la vida y hace que tu espíritu se mantenga en contacto con la Energía Universal y con Dios.
Una tarde llegué dispuesta a disfrutar de ellas y me entristecí mucho al ver que estaban muriendo. A una de ellas apenas le quedaban dos hojas verdes. Su tallo estaba ya casi seco. Sentí vergüenza por no haber cumplido con mi responsabilidad de mantenerlas con vida. Ellas dependen de mi mano y mis cuidados para estar vivas. Si no les doy esos cuidados ellas no me podrán regalar la alegría de verlas bellas y saludables, ni podrán cumplir con su función de mantenerme conectada al milagro de la vida.

Peor aun, sentí tristeza y vergüenza conmigo misma, por mi misma. He estado muy débil espiritualmente en estos días, con mucha tristeza en mi corazón. Muy vulnerable a agentes externos, nocivos a mi espíritu. No estaba cumpliendo con la responsabilidad de mis plantas y no estaba cumpliendo con mi responsabilidad para conmigo misma. Esto estaba ocasionando que en muchas ocasiones me sintiera como esa planta, con muy pocas hojas verdes y con mi tallo marchito, ya casi seco.

Cuando descuido mi interior siento el cambio, lento pero seguro. Mi espíritu comienza a debilitarse y cualquier situación adversa comienza a consumirme y a marchitarme. Mis plantas necesitan de mí para tener vida, yo necesito de mí para mantener mi vida. Soy responsable por mi misma, soy responsable de mí y por mantener mi espíritu con suficiente riego para que no se marchite. Cuando no alimento mi espíritu, comienzo a secarme como una planta que no recibe el riego necesario. Se va el brillo de la vida, se comienzan a secar mis cualidades, mis talentos, la alegría que me da brillo a quien soy y a lo que soy comienza a desaparecer y hasta las ganas de vida desaparecen.

A diferencia de mis plantas, no puedo esperar que alguien me riegue, dependo de mi misma. Tengo que alimentarme de cosas positivas, de pensamientos positivos, de palabras positivas y sacar las malas hierbas que a veces crecen a mí alrededor consumiendo y adueñándose de lo que soy y de lo que puedo ser. Soy la responsable de mantenerme conectada con la Energía Vital que es nuestro Creador y a la Energía Universal que es nuestro abono diario. Un día que deje de hacerlo es un día que comienza el proceso de marchitar mi espíritu. No quiero ser un cuerpo con un espíritu apenas vivo. No quiero se un cuerpo conteniendo a un espíritu enfermo, marchito, quiero ser un espíritu vital y lleno de energía positiva conteniendo y sosteniendo a mi cuerpo.